
Comunicación: estratégica contra el lavado de dinero
En Alta Dirección, Comunicación Corporativa, Comunicación Financiera, Crisis, Reputación Corporativa — 4 min.

En México funcionan más de 50 bancos, y docenas de empresas Fintech, las cuales podrían ser las más expuestas al riesgo de lavado de dinero. Un señalamiento al respecto no solamente implica un daño legal: se le añade inmediatamente el reputacional, lo cual puede afectar directamente a su supervivencia. La prevención del lavado de dinero aunque en primera instancia es competencia del área legal y de cumplimiento normativo (compliance), puede ser apoyado de manera muy efectiva desde el área de Comunicación Corporativa, ya que ésta tiene un papel estratégico para prevenir el mencionado riesgo, fortaleciendo la cultura de cumplimiento al interior de la organización y preparando a la institución para gestionar adecuadamente una posible crisis reputacional.
Acusaciones devastadoras
El reciente anuncio de que Estados Unidos considera a dos bancos y una casa de bolsa mexicanos como una “preocupación principal por lavado de dinero” ilustra la gravedad de la exposición al riesgo de las empresas financieras, basta un señalamiento, una acusación, para que toda institución entre inmediatamente en modo de crisis, podemos así ver fácilmente el tamaño del riesgo.
Este hecho inédito dejó claro que, una vez iniciadas las investigaciones, la respuesta pública debe ser rápida, transparente y alineada con las autoridades. Sin embargo, en estos casos, el daño reputacional es prácticamente inevitable y puede durar años. Algunos estudios sugieren que después de una crisis devastadora, en promedio, pasan siete años para regresar a la normalidad, en algunos otros casos nunca vuelven a ser lo mismo.
Por lo pronto, Cibanco, Intercam y Vector han hecho lo lógico en materia de comunicación: negar conocimiento de las acusaciones, y anunciar su cooperación con las autoridades. Sin embargo, de continuar una cacería de esta naturaleza, un golpe de esta magnitud podría acabar con las instituciones más pequeñas y menos capitalizadas. El caso puede durar años y quizá terminar en una multa millonaria.
La regulación mexicana en materia de prevención de lavado de dinero es estricta. Cada banco debe reportar operaciones sospechosas, conocer el origen de los fondos y aplicar procedimientos de KYC (Know Your Client), con medidas adicionales para personas políticamente expuestas. Pese a estos controles, siempre existe el riesgo de que un colaborador actúe fuera de los lineamientos, ya sea por omisión, negligencia o corrupción.
Ahí es donde la comunicación interna cobra relevancia. Informar, sensibilizar y fortalecer el compromiso ético de cada colaborador son acciones esenciales para crear una cultura sólida que complemente los controles formales. No se trata sólo de compartir lineamientos: se trata de convencer y comprometer a las personas para que sean parte activa de la prevención.
Además, contar con protocolos claros de comunicación de crisis permite actuar con transparencia y agilidad en caso de una acusación, protegiendo en lo posible la reputación institucional y manteniendo la confianza de los públicos clave. En situaciones críticas, la autoridad financiera toma el control operativo, y la narrativa pública deja de estar completamente en manos de la organización.
Mucho ojo, Fintech
Las instituciones financieras deben estar preparadas para enfrentar estos retos, especialmente aquellas con menor capitalización y menor experiencia en gestión de crisis. Los grandes bancos cuentan con estructuras robustas de compliance y comunicación, pero el resto debe verlo como una llamada de atención urgente: reforzar políticas de cumplimiento y diseñar estrategias de comunicación preventiva es hoy indispensable.
Es lógico que la principal preocupación del país pueda radicar en que una de estas acusaciones llegue al “Grupo de los 7” como llaman a los bancos más importantes de nuestro sistema. Esto sí podría provocar una crisis financiera nacional. Pero estos bancos son lógicamente los mejor preparados para enfrentar estos cargos, y tienen ríos de documentación de cumplimiento normativo para prevenir el riesgo, así como extensas políticas de comunicación para prevenir el lavado, y para actuar en caso de crisis, o eso esperamos.
Los restantes cuarenta y tantos bancos, especialmente los más pequeños, tienen ya una señal muy clara para revisar sus políticas de prevención de lavado de dinero y sus estrategias de comunicación corporativa al respecto. Informar, concientizar, convencer son las prioridades hacia el ámbito interno, mientras que los mensajes de transparencia, solidez y confiabilidad deben irradiarse hacia el exterior. Todo esto antes de que el niño caiga al pozo.
En síntesis, la comunicación no sustituye el cumplimiento normativo, pero sí puede convertirse en una aliada clave para construir confianza y fortalecer la integridad corporativa. Informar, sensibilizar y preparar son acciones esenciales para evitar, en la medida de lo posible, tener que reaccionar cuando el daño ya está hecho.